Tras la lucha, sudoroso y jadeante, se acercó a la hembra sabedor de su victoria. Quería agua y necesitaba el contacto reconfortante que le marcaba como el macho alfa, el que se quedaba con la hembra. Sació sus necesidades y se quedó observando al que hasta ahora había sido el macho alfa.
Su contrincante, vencido, pero divertido miró hacia la hembra perdida, y que sabía recuperaría en algún momento cuando pasase esta etapa.
El macho alfa se abrazó aún más a su madre. Edipo había ganado.
1 comentario:
Fantástico. Qué bueno, parece como si de pequeños ya quisiéramos competir entre nosotros mismos. Por cierto, dile al nuevo macho alfa que se porte bien con su padre, no vaya a tener que ir el tío Juampe y decir unas palabritas.
Publicar un comentario